Interculturalidad y educación: Desafíos docentes en el contexto de la Globalización de la Educación.
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Fecha
2023Autor(es)
Grados Espinoza, Anna Katiuska
Gutierrez Tirado, Ricardo Augusto
Chávez Sánchez, Wilmer Pedro
Contreras Rivera, Robert Julio
Mendoza Apaza, Fernando
Solis Tipian, Martin Albino
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
Cada sociedad crea una cultura en la que podemos confiar, para garantizar un marco institucional funcional y estructural, de manera que el sistema sobreviva a los cambios sociales, políticos, económicos, ideológicos y normativos, con la permanencia de la suficiente adaptabilidad y resiliencia, para que los conflictos provocados por todos los cambios, puedan ser superados y transformados en procesos efectivos de renovación social.
La sociedad se realiza en presencia de diversos grupos, comenzando por la familia como grupo primario, lo que permite iniciar la socialización de los individuos y el aprendizaje de la cultura. La familia incluye, entre otras cosas, la escuela, el trabajo, la iglesia, las comunidades; los anteriores como espacios que fortalecen la integración a la sociedad y la formación de la identidad cultural, en otras palabras, como lo describe Ramírez (2002): Me hago miembro de la sociedad y me identifico con sus normas, ideas y costumbres, las mismas que sigo y protejo.
Ahora bien, Las distintas sociedades del mundo reconocen la existencia de grupos sociales muy diversos, cuyos individuos interactúan a través de lazos socioeconómicos y culturales similares, y tal vez, más complejos que la sociedad que los acoge. Esos grupos se identifican como etnias, originarios o nativos, un ejemplo bastante ilustrativo, es el caso de la sociedad del Perú, donde viven alrededor de 50 pueblos indígenas que hablan su propia lengua, lo que llevó al antropólogo José María Arguedas, en el siglo pasado, en catalogar al Perú como “La nación de todas las sangres” (Arguedas-1964).
El Perú es catalogado, como un país plurilingüe y pluricultural, y se ha observado una transición del paradigma oligárquico excluyente al paradigma inclusivo, populista pero homogeneizador. En el contexto descrito, se destaca el panorama de aprendizaje actual, constituido por aulas multiculturales, conformadas por estudiantes de diversos orígenes geográficos, étnicos, lingüísticos y culturales, que demandan nuevas habilidades, conocimientos, actitudes, propuestas didácticas y pedagógicas por parte de los docentes, que posibiliten la gestión del aprendizaje en este tipo de aulas, además de considerar nuevos tipos de relaciones con la comunidad educativa circundante.
Sin embargo, al capacitar a los docentes para trabajar en un contexto multicultural, algunos requisitos especiales de la nueva educación multicultural, en algunas oportunidades, no se considera en su plan de estudios. El papel del docente en esta nueva configuración de la escuela y de la educación es absolutamente trascendente. Además, el papel de los docentes como educadores, más que simples transmisores de información, implica nuevas responsabilidades sociales, pues ahora tienen la responsabilidad de promover un espíritu tolerante de respeto y convivencia en la escuela, en el marco de los principios democráticos de igualdad y solidaridad.
Sin embargo, no se puede negar que muchos docentes siguen siendo pasivos en sus aulas culturalmente diversas, lo que tiene implicaciones importantes para el funcionamiento de una escuela democrática, pluralista y heterogénea. Por ello, el propósito de esta obra es fomentar las reflexiones y recomendaciones sobre la heterogeneidad de las naciones, la educación intercultural y la formación de docentes respondiendo a los desafíos de la multiculturalidad en las escuelas, para que todos los estudiantes sean considerados reconociendo su individualidad y la legitimidad de su cultura, aplicando en las actividades educativas, los principios de cooperación, solidaridad y convivencia armónica en la diversidad cultural de los países de la región.
Iniciamos la obra, citando parte del análisis en esta materia, realizado por Pablo Freire:
“Una de las tareas más importantes de la práctica educativo-crítica, es propiciar las condiciones para que los educandos en sus relaciones entre sí y de todos, con el profesor o profesora puedan ensayar la experiencia profunda de asumirse. Asumirse como ser social e histórico, como ser pensante, comunicante, transformador, creador, realizador de sueños, capaz de sentir rabia porque es capaz de amar. Asumirse como sujeto. La asunción de nosotros mismos no significa la exclusión de los otros.”
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