Cuidados de enfermería a recién nacidos con deshidratación en el servicio de neonatología del Hospital II de Huamanga – Essalud. Ayacucho. 2020
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2020Autor(es)
León Febres, María del Carmen
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La deshidratación va incrementando su incidencia en los reportes de la literatura mundial. Sus consecuencias, de no ser intervenidas adecuadamente, pueden interferir en la calidad de vida de los neonatos que la presenten, ya que puede condicionar alteraciones neurológicas y por ende secuelas a largo plazo.
La deshidratación es una condición potencialmente letal ocasionada predominantemente por una pérdida de agua extracelular que ocasiona edema cerebral, hemorragia intracraneal, hidrocefalia (1).
En todos los recién nacidos se produce una pérdida fisiológica de peso en los primeros días tras el nacimiento, asumiendo dentro de la normalidad una pérdida de peso de hasta un 10 % de su peso respecto al nacimiento durante las primeras semanas de vida. Pese a ello, la tendencia actual es de aumentar la vigilancia en aquellos niños que pierden > 7 % del peso respecto al nacimiento, para realizar así un despistaje de problemas asociados sobre todo a la alimentación, y mayoritariamente a una lactancia materna ineficaz. En general la máxima pérdida de peso del recién nacido se produce en el día 3-4 post-parto en los partos por vía vaginal, y alrededor de los 4-5 post-parto en las cesáreas; de forma que, en la mayoría de maternidades, el momento del alta es anterior al momento en el que la pérdida de peso es máxima, quedando muchos niños sin seguimiento en el momento crítico en el que con más frecuencia se produce la deshidratación
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