dc.description.abstract | El pensamiento marxista rechaza la concepción tradicionalista del proceso de enseñanza como un proceso en que una persona activa enseña y muchas personas pasivas aprenden. Esta concepción –basada en la división entre teoría y práctica, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual- necesita ser sustituida por una forma de enseñanza generada como un proceso creador en donde enseña y aprende todo el grupo, se trabaja activamente, confrontando conocimientos e ideas, y esta confrontación logra generar e impartir nuevo conocimiento para el aprendiz y logra profundizar el conocimiento del que enseña.
Hegel lo expresaba a sus estudiantes de la siguiente manera: "lo primero que hay que aprender es a estar de pie". Es decir, “si el aprendizaje se encontrara limitado simplemente a recibir conocimientos, no daría mucho mejor resultado que escribir en el agua". El estudiante tiene que recrear ese conocimiento dentro de sí mismo. No es únicamente cuestión de recibir algunas nociones sobre el marxismo. Se necesita investigar el marxismo, confrontarlo, estudiarlo intensamente en la materia que se quiere aprender y dejar que esa materia acceda a lo más profundo del intelecto y en la emoción del estudiante. De otra forma, no existe aprendizaje posible.
El proceso de aprendizaje sólo es alcanzado a través de la investigación. De modo que para investigar sobre el marxismo; es necesario descubrir y redescubrir el marxismo, iniciando por su esencia, que sin duda resulta lo más difícil de captar, puesto que es necesario prescindir de las vulgarizaciones y simplificaciones.
Existen formas básicas y elementales del marxismo, como la lucha de clases, la importancia de la estructura económica social, el materialismo, etc., que han sido muy populares por los seguidores del marxismo que han escrito material para uso de las grandes masas. Estas formas que no significan nada más que elementos del pensamiento marxista, aparentan brindar a primera vista explicaciones simples y determinantes para los problemas más complejos. Por supuesto, los llamados pensamientos semi-intelectualizados se aferran fuertemente a esas fórmulas, que les permiten explicar todos los problemas –aclarando el punto, ellos creen que los explican- sin ningún esfuerzo mental.
No es de extrañar, que a las grades corriente filosóficas, y sobre todo a los grandes movimientos de masas y a las grandes maquinarias burocráticos encaramados sobre la clase obrera, se aproximen infinidad de semi-intelectuales, de trabajadores y sobre todo de pequeños burgueses semi-intelectualizados, que toman el pensamiento de Marx como una maquinaria que ahorra el trabajo de pensar y que da respuesta a todos los problemas. Para ese tipo de personas el marxismo es una especie de buscador online: donde se hace clic y sale una respuesta para el problema que se quiere resolver.
Ahora bien, el marxismo no es eso. Este amerita un estudio serio e intenso. En palabras de Labriola: "los doctrinarios, los que necesitan de ídolos, los hacedores de sistemas buenos para la eternidad, los que compilan manuales y enciclopedias, buscarán en el marxismo lo que él no ha querido ofrecer jamás a nadie. Creen saber algo, pero en realidad no entienden el saber y el pensamiento como actividades que son in fieri", que constantemente se están haciendo.
El pensamiento ordinario, dice Hegel, cree que lo verdadero y lo falso son entidades inamovibles, conceptos con vida propia, cada uno de ellos aislado y fijo, sin contacto entre ellos. Este también constituye el modo de pensar del marxismo vulgar, que pretende convertir el pensamiento marxista en un diccionario donde se clasifica todo lo que es verdadero y todo lo que es falso, todo lo conocido y todo lo que hay que ignorar. Confrontado a esto, se encuentra el pensamiento dialéctico, que es el pensamiento marxista valido.
La verdad es alcanzada por el esfuerzo del pensamiento, y se logra a través del error, del eterno enfrentamiento de verdad y error. El marxismo es un pensamiento vivificante, que se encuentra en permanente confrontación con la realidad y consigo mismo, se afirma y se niega a sí mismo a cada instante, para poder afianzarse en un nivel superior. El marxismo no comulga con los mitos y la falsedad, contra la mistificación. El marxismo quiere dispersar las sombras e imponer la claridad. Para Lukács: la verdad es el arma de la victoria, tanto más cuanto que es la verdad sin subterfugios. Todo lo afirmado significa que para aprender sobre el marxismo es fundamental investigarlo cada uno con su pensamiento. | es_PE |