dc.description.abstract | En este libro se proporcionará una herramienta para realizar la evaluación ambiental a través de una plataforma que permitirá, la determinación temprana de los posibles impactos futuros relacionados con los proyectos.
Actualmente, los proyectos tecnológicos son financiados por fondos estatales o privados como: FINEP (Brasil); CONACYT (México), FINCYT (Perú); FONCYT (Argentina); MINCIENCIAS (Colombia); CONICYT (Chile); BID y USAID (USA), cuyos programas contribuyen a mejorar los niveles de competitividad en sus países, a través de sus proyectos de investigación, innovadores y con desarrollo tecnológico.
Brasil en 1986 fue el primer país de América Latina, en introducir criterios básicos y directrices generales sobre la evaluación del impacto ambiental, indicando que los tópicos a ser incluidos son: el diagnóstico del área de influencia del proyecto, el análisis de los impactos, el programa de monitoreo y las alternativas de mitigación; pero fue solo con la declaración de Río en su principio 17, donde se indica el deber de las naciones, de realizar un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) como instrumento de evaluación socioambiental. (Gómez, 2002).
En el 2002 a través de la Evaluación Tecnológica Ambiental (ETA), se clasificaron las etapas de desarrollo tecnológico, iniciándose con la investigación, luego el escalamiento del proyecto a planta piloto, posteriormente la selección del sitio, la preparación de la construcción, la formulación de contratos para las fases de implementación, operación y mantenimiento y se finaliza con el cierre y abandono.
Carranza y Lara (2003) en el Perú, propusieron la evaluación ambiental de proyectos de investigación con el objetivo de monitorearlos, observándose que solo 13 de los 425 financiados se pudieron evaluar, siendo el problema principal la falta de información y capacidad de respuesta; sin embargo, se determinó el posible aumento del PBI como consecuencia del programa.
En México, se desarrolló un método de selección de proyectos tecnológicos en etapa inicial sobre la base de preguntas emparejadas, determinando su orden de importancia en las áreas de tecnología, tiempo, propiedad intelectual y perspectiva económica. Se determinó que la decisión crítica está en la fase de investigación de los proyectos tecnológicos para recibir fondos y recursos; también en los Estados Unidos de América, la evaluación de esta incertidumbre fue considerada en la "Etapa inicial de la tecnología". (Güemes y Uscanga, 2014).
Contreras et al. (2015), analizaron ambientalmente los proyectos de inversión, a través de una metodología basada en la evaluación de los riesgos ambientales durante el ciclo de vida, así como en la estrategia sectorial. Tomando como referencia 229 artículos de diversos países, determinaron que es importante evaluar los alcances y las consecuencias en una etapa inicial. En la ejecución se confirmó la hipótesis de que la principal motivación del enfoque multiescalar, tiene como finalidad, introducir el desempeño ambiental en el inicio de la investigación, es decir, en el diseño, donde los costos son muy bajos, pero el impacto en el ambiente puede ser muy importante para optimizar el proceso y la planificación estratégica.
En Colombia, se propuso una evaluación cualitativa de los proyectos de investigación, teniendo en cuenta la innovación y la creatividad, estandarizando conceptos y criterios con una nueva metodología que involucra: definición de conceptos, diseño y desarrollo del producto, pero sin considerar aspectos ambientales ni costos, impidiendo obtener una herramienta funcional de aplicación industrial. (Baez et al., 2017).
Lara (2018), afirma que la evaluación ambiental estratégica, es un proceso que, a través de la toma de decisiones desde su etapa inicial, considera los impactos futuros para incorporarlos en los planes, políticas y programas, permitiendo seleccionar la mejor alternativa y alcanzando los objetivos deseados.
El modelo conceptual propuesto en el presente libro, se basa en la integración de premisas de sostenibilidad desde la fase inicial de la investigación, con el objetivo de minimizar el impacto ambiental en proyectos futuros de manera confiable. Para ello, se propone un conjunto de modelos que incluye un cuestionario de preclasificación y una matriz múltiple de causa y efecto, que relaciona las fases del proyecto de implementación o la filosofía de evaluación del ciclo de vida con la línea base o los aspectos ambientales. Este enfoque, inspirado en el método de autoevaluación ambiental propuesto por Carranza (2024), permite a los investigadores anticipar y mitigar los impactos ambientales de sus proyectos desde el inicio, contribuyendo al desarrollo de tecnologías más sostenibles. | es_PE |